¡Hola a todos!Cuando mi marido y yo decidimos ir a Nueva York, los dos teníamos claro nuestros sitios de visita obligada y uno de ellos era TIFFANY AND CO, la joyería más famosa del mundo. Siempre había dicho que si un día visitaba Nueva York, el recuerdo que quería traerme era una pulsera de Tiffany, el resto de cosas me daban igual, pero llevar cada día puesta una joya de esta firma que me recordase mi paso por NY me hacía soñar despierta. En varias ocasiones he estado por comprar online la pulsera que me tenía loca, pero lo cierto es que la magia de ir a la joyería de la firma y que te atiendan se pierde con la compra online tan impersonal, por lo que siempre abandonaba el carrito de la compra de la web volviendo a soñar con mi pulsera.
Es
curioso como a veces nos enamoramos de algo y sólo queremos eso.
Tiffany ofrece mil posibilidades de regalos, pero yo quería “mi
pulsera” y así llegamos a la Quinta Avenida y nos plantamos
delante de Tiffany. El edificio ya impone, es señorial, elegante,
con ese toque clásico que caracteriza a la firma. Está junto a la
Torre Trump y cuenta con una esquina de la Quinta. Creo que todas las
mujeres que llegamos allí recordamos a Audrey Hepburn en desayuno
con diamantes cuando baja del taxi y se come su croisant mientras
mira el escaparate de la famosa joyería.
Ya
habíamos pasado por allí varios días, pero esta vez íbamos a
descubrir la joyería y a disfrutar de Tiffany.
Nada
más entrar nos recibió el personal de seguridad perfectamente
enchaquetados (en todas las tiendas el personal de seguridad luce
traje negro, un toque de elegancia y distinción).
En
todo momento te hacen sentir como en casa. La planta baja (si, el
edificio cuenta con varias plantas) tiene expositores que te adentran
en el mundo del lujo y de la alta joyería. Todas las dudas que
tengas te las resuelven los dependientes con una sonrisa y mucho
agrado, pero del natural, nada forzado. Cada planta cuenta con un
tipo de joya. Yo sabía lo que quería desde que entré, pero mi
marido me dijo que ya que estábamos mirase todo por si acaso
cambiaba de opinión o quería algo más. Tras nuestro paseo por la
planta baja le dije a la dependienta lo que quería y me invitó a
subir en el ascensor hasta la planta correspondiente.
El
ascensor de Tiffany es como la joyería, clásico y lujoso, cuenta
con ascensorista que te pregunta la planta a la que vas y te sube (o
baja) con el mismo agrado que el resto del personal.
Cuando
llegamos a la planta que queríamos volvimos a pasear por todos los
mostradores llenos de joyas. Es cierto que hay maravillas, pero yo
seguía con mi idea clara y tras ver toda la tienda, llegó el
momento de solicitar mi joya. Aunque me probé varias pulseras, la
mía estaba esperándome.
Quería
la pulsera de plata de bolitas fina y que lleva el corazón colgado
(la hay de eslabones grandes pero para diario la veo excesiva por el
tamaño que tiene). Es una de las piezas icónicas de la firma, con
el famoso lema “please return to Tiffany and Co New York”
inscrito en un lado y por el otro la marca registrada Tandco y el
sello de plata. También lleva un pequeño círculo de plata con el
nombre de la firma.
El
porqué de esta pulsera... tenía que ser de esta joyería en
concreto, de la Quinta Avenida, de Nueva York, porque su valor así
para mí se multiplica. Tenía que tener el corazón, símbolo del
amor, tenía que ser una pieza ponible, que pudiese llevar todos los
días, y además, quería que llevase el nombre de la firma inscrito,
y esta joya tiene todo lo que le pedía, además, me la ha regalado
mi marido por lo que el valor para mí es incalculable.
En
cuanto al envoltorio el famosísimo “azul Tiffany” se encuentra
en la bolsa con asas blancas, en la caja que se envuelve con un lazo
blanco de raso y en la bolsita que contiene la joya en sí.
Tiffany
tiene historia y muchos datos curiosos ¿sabíais que comenzó siendo
una marca de papelería? El color azul de su caja está registrado en
Pantone con el número 1837.
El
New York Sun escribió cuando se fundó la marca una frase que define
muy bien lo que implica la exclusividad de esta firma de joyería:
"Charles Lewis Tiffany tiene en su stock algo que no se puede
comprar por mucho dinero que se le ofrezca. Y este algo es una de sus
cajas. La regla del establecimiento es incuestionable, nunca se
permitirá que salga una caja fuera de la tienda con el nombre de la
marca sin que ésta lleve un artículo vendido por ellos y del que
son responsables"
Y
también me ha parecido curioso que la firma ha ido añadiendo a sus
artículos otros como bolsos, comederos para perros o agendas (no ha
perdido su esencia de artículos de papelería).
Para
mí, la visita a Tiffany fue tocar la felicidad. Disfruté tanto de
cada detalle, del trato, de la compra... que sin duda, si vuelvo a
Nueva York, volveré a la que es mi joyería favorita del mundo para
dejarme envolver por “Desayuno con diamantes” o en mi caso por
“merienda con plata”.
Como
siempre, gracias por leerme y a mi marido, gracias a una vez más por
ser el mejor compañero de vida, viajes y sueños hechos realidad que
se puede tener.
Ahora
tengo que hacerle caso a lo que dice mi pulsera y volver a Tiffany
and Co.
Gracias
por vuestras visitas.
Un
beso a todos.
ARI
ommm sus joyas son lo mas!
ResponderEliminarFeliz dia
www.masqueropa.blogspot.com